La escalada retórica por parte de Rusia ha provocado que los fantasmas del conflicto nuclear lleguen a nuestros hogares, algo que no sucedía desde la crisis de los misiles de Cuba en 1962. Polonia ha puesto sus bases aéreas a disposición de la OTAN para incorporarse al programa de compartición nuclear, un programa que permite a países no nuclearizados albergar armamento nuclear y que no ha estado exento de críticas por parte de terceros estados.

La incapacidad de controlar en su totalidad, los territorios anexados recientemente, así como la demostración de capacidades ucranianas para atacar infraestructura crítica rusa (véase el claro ejemplo del puente de Kerch), han provocado que Rusia eleve su retórica y amenace con escalar el conflicto a lo nuclear, algo que ha puesto en alerta máxima a Occidente y al mundo entero dado el crítico momento por el que pasa el conflicto.

La OTAN, como organización y alianza, no posee armamento nuclear. Sin embargo, tres de sus aliados, Francia, Reino Unido y Estados Unidos, sí que poseen este tipo de armamento en sus arsenales. A esta corta y selecta lista, debemos incorporar seis naciones más con capacidad militar nuclear: Rusia, China, Pakistán, India, Israel y Corea del Norte. Esta lista no ha sido inamovible a lo largo de la historia, existiendo determinados países que pese a poseer armamento nuclear, decidieron, por motivos diversos, desnuclearizarse, como es el caso de Sudáfrica, Ucrania o Bielorrusia. En otros casos, pese a la negación gubernamental, existen indicios claros de que el país ha desarrollado capacidades militares atómicas, como es el caso de la República Islámica de Irán.

Según el informe publicado por Naciones Unidas, actualmente existen un total de 12.705 armas nucleares distribuidas entre los 9 países anteriormente mencionados, de las cuales, el 49,62% (un total de 6.305) se encuentran en arsenales de países miembros de la OTAN: 5.800 Estados Unidos, 290 Francia y 225 Reino Unido.

Como se ha indicado anteriormente, la Alianza no tiene armamento nuclear per se. No obstante, existe un acuerdo entre los distintos aliados aprobado a través de la OTAN que permite desplegar armamento nuclear estadounidense en los países miembros con los que así sea acordado, algo que conocido como programa Nuclear Sharing (en español, programa de compartición nuclear).

¿Qué es el NATO nuclear sharing?

Estados Unidos es titular del 91,1% de las armas nucleares que poseen las tres potencias atómicas Aliadas. Esta supremacía militar (extrapolable a otros ámbitos de la Defensa), junto a los ingentes recursos que invierte en Defensa, le ha dado el papel de “hermano mayor” dentro de la OTAN.

El programa de sharing nuclear nació a lo largo de la segunda mitad del S. XX. Bajo los temores de una guerra total entre la URSS y los Estados Unidos, la OTAN y sus miembros aprobaron el despliegue de armamento nuclear americano en países no nuclearizados para aumentar sus capacidades de disuasión y defensa ante cualquier tipo de amenaza. Pese al hermetismo y secretismo que envuelve dicho programa, la Alianza ha hecho públicos algunos datos de este.

Este armamento se encuentra actualmente ubicado en las bases aéreas de Aviano (Italia), Ghedi (Italia), Volkel (Países Bajos), Kleine Brogel (Bélgica), Incirlik (Turquía) y Büchel (Alemania), aunque en el pasado también se ubicó en Canadá (hasta 1984), Reino Unido (hasta 1992) y Grecia (hasta 2001).

Las cantidades de armamento nuclear desplegado en estos cinco países son inciertas, aunque algunas asociaciones y académicos estiman que hay aproximadamente 150 ojivas nucleares alojadas a lo largo del continente. Lo que sí que es público es el tipo de armamento desplegado, el cual se trata de ojivas nucleares B-61, bombas de caída libre (también conocidas como bombas “tontas”) diseñadas para frenar ofensivas, y que carecen de precisión.

Es importante precisar que en ningún caso estos países almacenan armamento nuclear ofensivo, como podrían ser misiles con cabezas nucleares, ya que este tipo de armamento se reserva y ubica exclusivamente en el territorio del país nuclearizado, es decir, Estados Unidos, Francia o Reino Unido.

Las bombas B-61 podrán ser utilizadas única y exclusivamente a través de los aviones de combate acondicionados para ello y autorizados por la misma Alianza, en este caso hablamos del F-35A, F-18 y Eurofighter.

 

 

Vuelo conjunto de aviones de combate F-35 y Eurofighter Typhoon de la Aeronautica Militare italiana. Fuente: Military Watch Magazine

 

Pese a que el armamento se encuentra alojado en un tercer país, el acuerdo establece que los titulares de este son los Estados Unidos y, en consecuencia, serán ellos los encargados de custodiar y almacenar el mismo en tiempos de paz en cumplimiento del Tratado de No Proliferación (por sus siglas, NPT). Sin embargo, en caso de conflicto, tanto el país anfitrión, como los Estados Unidos deberán aprobar el uso de dicho armamento, el cual se usaría desde los aviones de combate del país anfitrión. Sin la autorización de ambos lados, este armamento no podrá ser usado bajo ningún concepto.

Este sharing nuclear ha sido criticado duramente por distintos países, sobre todo por los conocidos como “no alineados”, al considerar que este rompe con los artículos I y II del Tratado de No Proliferación de armamento nuclear. La OTAN justifica que este armamento es propiedad y está bajo control estadounidense y, por lo tanto, no viola ninguno de los artículos del NPT.

Polonia, próxima potencia militar

A principios de octubre, Andrezj Duda, presidente polaco, anunció la voluntad y disposición de Polonia para incorporarse al programa de sharing nuclear de la OTAN, algo que responde a dos importantes puntos. En primer lugar, lanzar un claro mensaje a su vecino del este, Bielorrusia, quien se ha mostrado abierto a albergar armamento nuclear ruso y ha actualizado sus aviones para tener capacidad de usar este tipo de armamento. En segundo lugar, Polonia pretende incrementar su capacidad disuasoria hacía aquellos que considera sus enemigos, así como reafirmar su posición de aliado fiable y comprometido con los Estados Unidos y la OTAN.

Sin embargo, Estados Unidos cerró las puertas (por el momento) a la petición del gobierno polaco al considerar que no existen movimientos de Moscú que planteen a la administración americana la posibilidad de desplegar armamento nuclear en otros países. La administración americana, liderada por Joe Biden, argumentó que la entrada de Polonia en el sharing nuclear supondría una nueva escalada y aumentaría, aún más, las tensiones entre Occidente y Rusia al tratarse del primer país dentro del programa que compartiría fronteras terrestres con la Federación.

Pese a esta denegación, el gobierno polaco se ha tomado muy en serio la amenaza que Rusia supone para Polonia. Junto al Reino Unido y las repúblicas bálticas, Varsovia se ha consolidado como uno de los mejores aliados de Kyiv, prestándole, hasta ahora, ayuda militar por un valor del 0,8% de su PIB. Destacan los 16 obuses autopropulsados AHS Krab y la entrega de 240 tanques T72-M, lo que supone el 27,8% de la flota total de tanques que Polonia poseía antes de la guerra.

Polonia, junto a Estonia, Letonia y Lituania, han demostrado a lo largo de los 8 meses de guerra, un posicionamiento de choque con Rusia, algo que contrasta con la voluntad negociadora de los países de Europa occidental como Francia o Alemania.

A tal efecto, Marcin Ociepa, viceministro polaco de defensa, declaró que “existe un serio riesgo de guerra con Rusia en los próximos 3-10 años”. En consecuencia, el gobierno polaco ha tomado la decisión de destinar 120.000 millones de euros para modernizar, ampliar y preparar a su ejército, ratificando la compra de 366 tanques Abrams, 180 tanques K2 Black Panther, 648 cañones autopropulsados, 48 aviones FA-50 y 32 unidades del moderno caza estadounidense F-35. Además, en los próximos años, la Armada polonesa incorporará a su flota 3 cazaminas Kormoran y 3 fragatas. En lo que refiere a la ampliación humana del ejército, Polonia prevé pasar de los 115.000 soldados actuales a los 300.000, creando así el mayor ejercito europeo.

El ambicioso plan militar del gobierno polaco pasa inevitablemente por un aumento en la cartera de Defensa, algo que Varsovia ya ha anunciado. Para el año 2023, Polonia destinará el 3% de su PIB al presupuesto de Defensa, dejando atrás el 2,2% invertido para el año 2022 y posicionándose como el tercer país OTAN que más presupuesto destina a Defensa (únicamente superado por Grecia y Estados Unidos, respectivamente).

Pese al ya considerable aumento presupuestario, el gobierno polaco advierte que el presupuesto de dicho ministerio podrá seguir incrementándose en los próximos años según las necesidades del momento.

Artículo original de: Geopol21.